(Hacer un ensayo desde la óptica de la nueva gestión pública de este artículo del periódico el Tiempo para la clase del 20 de marzo)
Así se vive en el Bajo Atrato chocoano
En Riosucio, las calles son senderos de madera que han levantado sus pobladores.
En Riosucio, aunque es común tener televisor o nevera, no todos tienen baño o agua potable.
Rafael* es un moreno de ojos grandes que pese a los golpes que le ha dado la vida, pues es doblemente desplazado, no ha perdido la alegría ni el sentido del humor. Su voluntad lo ha llevado a sobreponerse a todo, en una población donde un televisor, un computador, una nevera son algo normal, pero no así un baño -esencial en cualquier vivienda de una ciudad- ni el agua potable.En compañía de su esposa y de sus cinco hijos, llegó en 1985 a Riosucio, en el Bajo Atrato chocoano, huyendo de la violencia ejercida por grupos armados al margen de la ley, pero cuando ya estaba echando raíces, pues con esfuerzo había comenzado a levantar su casa, de madera y empotrada sobre postes, igual que todas las de este municipio de 28.000 habitantes, nuevamente la violencia tocó a su puerta y él tuvo que huir.Una noche de 1996, de la que prefiere hablar poco, salió con lo que tenía puesto y, dejando atrás a su esposa, Martha*, y a sus pequeños hijos, y todos los sueños que alcanzó a hacerse en esta población, habitada por indígenas y afrodescendientes que basan su economía principalmente en la explotación agrícola, forestal y pecuaria.Llegó a Barranquilla (Atlántico), donde trabajó como vendedor de tinto, echando pica y pala y vendiendo arroz de lisa (una clase de pescado). Poco después se le unió su familia. Pero esa no era la vida que él quería, ni allí estaban sus metas. Su trabajo era cultivar la tierra.Entonces, decidió regresar a Riosucio, en 1999, para terminar su vivienda, a la que se llega después de recorrer un estrecho sendero de tablas, que se levanta del suelo a un metro y medio de altura.La familia de Rafael es una de las más de 5.000 del municipio, que han contado con la ayuda de la ONG Ofxam Gran Bretaña, una de las pocas que hacen presencia en esa región del Bajo Atrato. Gracias a ella, hoy su casa tiene cinco habitaciones, buena cocina y sala de descanso, donde sobresalen un computador y un equipo de sonido, que se encuentra dañado, y su inseparable televisor. Las paredes están adornadas con algunos cuadros de artistas desconocidos y muchas fotos familiares."Aún me faltan algunas puertas (solo tiene la de la calle), unas cuantas ventanas en los cuartos, el cielo raso, pero lo que más quiero es construir un baño", dice con un poco de pena. Y no es para menos. En esta población eso es un lujo que no se da el 90 por ciento de los habitantes.Allí, el baño queda en el río Atrato, algunos están a la intemperie y otros apenas aislados por tejas de zinc. Y a pocos metros se encuentran los lavaderos de ropa, el sitio de darse una 'ducha' a totumadas y el lugar donde los niños juegan y se sumergen en las profundidades del Atrato. Del río también toman el agua para usar en las casas y que es transportada en galones y ollas, porque Riosucio no cuenta con acueducto."En época de sequía utilizamos la orilla del río para hacer nuestras necesidades, bañarnos y lavar la ropa, pero en invierno no la necesitamos, pues ya el río está alrededor de nuestras casas", cuenta Rafael.Pero, para el personero de Riosucio, Darío Blandón, no todo es malo en esta alejada población, a la que se llega después de recorrer cuatro horas por una carretera destapada, desde Apartadó (Antioquia). "Hoy las comunidades tienen docentes, cosa que antes no pasaba. En salud, hace unos años solo existía un médico, pero hoy contamos con la dicha de tener seis", agrega Blandón.Once años después del retorno a su municipio, donde la zozobra aún permanece por la presencia de grupos armados, Rafael, como miembro de la Asociación de Consejos Comunitarios del Bajo Atrato (Ascoba), se dedica a ayudar a resolver los problemas de tierras que suelen presentarse entre los campesinos, y cuando cae la noche puede sentarse, sin preocupaciones, en una mecedora a ver los noticieros y las novelas.*Nombres cambiados por petición de los entrevistados.
Apoyo extranjero
Ante la ausencia del Estado, entidades no gubernamentales se han dado a la tarea de ayudar a las gentes de los municipios del Bajo Atrato chocoano. Es el caso de Ofxam Gran Bretaña, que lleva más de 20 años apoyando a diferentes organizaciones locales y a poblaciones vulnerables en las líneas de desarrollo, incidencia y asistencia humanitaria. Oxfam adelanta acciones de atención humanitaria, para responder a emergencias relacionadas con el desplazamiento interno y con los desastres naturales, en diferentes sitios del país.
NELSON DORIA ARCILAENVIADO ESPECIAL DE EL TIEMPORiosucio (Chocó)
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Acerca de mí
- Gilberto Alvarez Mejia
- Posgrados en Gerencia Institucional, Docencia Universitaria, Alta Gerencia. Asesor y consultor en capaciatcion empresarial