lunes, agosto 20, 2007

GRUPO 120 - LO QUE APRENDI

(Hacer el análisis del siguiente artículo reportaje a Tony Blair primer ministro Británico sobre su experiencia en el manejo de estrategias de gestión pública, por escrito para el día 25 de agosto)

Agosto 17 de 2007
Lo que aprendí


El ex primer ministro británico Tony Blair (d) aparece en la foto con su sucesor, Gordon Brown, su ex ministro de finanzas.
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Lecciones de la política doméstica

Foto: AP
Tony Blair con el presidente palestino Abbas.
Hace 10 años, si me hubieran dicho que dedicaría a la política exterior parte significativa de mi desempeño como Primer Ministro, en parte me habría sorprendido y disgustado y, políticamente, quizás me habría alarmado. Hasta hoy, ejercíamos el cargo concentrándonos en los asuntos domésticos. La política 'exterior' raras veces gana votos, pero fácilmente los hace perder. Sin embargo, ahora estamos obligados, cada vez más, como dirigentes, a pensar, trabajar y actuar internacionalmente.
Durante 10 años he visto cómo eso se acrecienta. Si me hubieran dicho que tendría que habérmelas con terrorismo, habría comprendido esto inmediatamente, pero pensando que se trataría del en la República Irlandesa. La frontera entre 'extranjero' y 'doméstico' se está borrando. El cambio climático es consideración muy importante hoy día en la política de las naciones desarrolladas. Sólo puede ser afrontado mediante acción global. Lo que ocurre ahora mismo en Pakistán, repercute en las calles de Inglaterra. La migración masiva sólo puede ser abordada parcialmente por la política interna de las naciones. La economía está determinada por fuerzas de globalización.
Además de esto, el orden mundial está cambiando. El poder político de China emerge a medida que su potencial económico crece. La India será formidable. Japón se está liberando de su pasado. Día por día, Rusia se vuelve intransigente.
En esta época, la política exterior no es una interesante distracción de la dura carga de las reformas internas. Es el elemento que describe en último término la faz de una nación ante el mundo, que forma las percepciones de los demás al respecto y, en parte, su propia percepción.
Todos hablamos de la interdependencia como característica definitoria del mundo moderno. Pero a menudo no alcanzamos a ver las implicaciones fundamentales de esta aseveración. Y como los medios masivos y las comunicaciones transportan en un instante poderosas imágenes a través del globo, ello implica que las luchas se libran a través de propaganda, ideas y valores, tanto como por medios convencionales, ya sea militares o diplomáticos. Basadas en este análisis, mis reflexiones son estas:
1. Ser actor, no espectador
En los últimos 10 años, la Gran Bretaña se ha visto en el meollo de todo. No hay debate internacional de importancia en que no estemos comprometidos hasta donde nos es posible.
Hemos tratado de confeccionar la agenda más amplia para unificar la comunidad internacional basándola en valores, desde luego. Por eso es que la acción sobre la pobreza en África, un buen manejo de los acuerdos de comercio mundial y de los convenios sobre el cambio climático, son asuntos que están más allá de la importancia obvia de cada asunto específico. Son indicativos de una actitud de responsabilidad ante los demás, de una aceptación de que la política internacional no es simplemente un juego de intereses, sino también de creencias y de cosas por las cuales estamos y luchamos.
Por ello debemos estar preparados para intervenir, hasta militarmente si fuere necesario, con el fin de evitar la opresión genocida, la profunda injusticia con que se oprime a los más vulnerables. Inglaterra, en el pasado decenio, ha intervenido cuatro veces: en Kosovo, Sierra Leona, Afganistán e Irak. En cada caso, fueron removidos regímenes de aterradora brutalidad.
A comienzos de esta semana, visité a la gente de Sierra Leona, que todavía lucha pero que ya alcanza a contemplar un futuro mejor. Análoga importancia tiene el vecino estado de Liberia, ahora realmente democrático. Ello no habría ocurrido jamás si Sierra Leona hubiera caído en manos de los bandidos. Igualmente, los Balcanes cambiaron, como resultado de Kosovo. Los países allí pueden avizorar un futuro como miembros de la Unión Europea.
Así, pues, cuando llegamos a Darfur, ¿realmente creemos que si no hubiéramos actuado para cambiar la situación, la violencia se hubiera detenido en las fronteras de Sudán? A comienzos de los 1990, no tuvimos la voluntad de actuar en Bosnia. Se perdieron así 250 mil vidas antes de que comprobáramos que no quedaba otra opción.
Se dice que con la remoción de Sadam y de los talibanes -regímenes que eran autoritarios pero que mantenían cierta clase de orden-, la difícil situación de iraquíes y afganos se ha agravado, y se ha permitido que crezca el terrorismo. Este es un argumento seductor pero peligroso. Veamos lo que realmente implica. Significa que como estas fuerzas reaccionarias y perversas lucharán duro, valiéndose del terrorismo, para evitar que estos países y sus pueblos se pongan de pie al terminar las dictaduras, nosotros deberíamos dejar a estos pueblos bajo la dictadura. Esto significa que la voluntad de luchar por lo que creemos, se mide por la voluntad de nuestros enemigos de combatirnos, pero en proporción inversa. Esta es una base sobre la cual no se gana nada.
Sin embargo, el punto crítico es que nosotros, los ingleses, nos vemos involucrados en todo esto porque al fin y al cabo afecta a nuestro propio futuro. Y la agenda convenida tiene que ver con nuestros valores: libertad, democracia, responsabilidad con los demás, pero también justicia y juego limpio.
2.La cooperación transatlántica todavía es vital.
Me preocupa en verdad que a ambos lados del Atlántico hay, en ciertos medios, una indiferencia, y aun hostilidad, hacia una alianza que en todo sentido es tan fundamental para nuestro futuro, como lo fue en el pasado. En cuanto a esto, no me refiero al rampante antiamericanismo en sectores de la izquierda. En cierto sentido, esto es relativamente fácil de contrarrestar.
Es, ante todo, ir a la deriva, y ocasionalmente se trata de un renaciente aislacionismo, que se entrecruza de derecha a izquierda. En Inglaterra, ahora, hay sectores de los medios y de la política que son a la vez euroescépticos y partidarios de "una política internacional independiente" de Estados Unidos. Me irrita bastante dónde se supone que Inglaterra haga sus alianzas. Se habla de que tiene nuevas relaciones estratégicas con China e India, sobrepasando así nuestros tradicionales vínculos con Europa y Estados Unidos. Seamos realistas. Por supuesto, tendremos nuestras propias relaciones con esos dos países. Pero influiremos sobre ellos muchísimo más si contamos con dos fuertes alianzas que nos respaldan.
En Europa nos preguntamos: ¿vale la pena seguir confiando en Estados Unidos? Sería mejor preguntarnos si los dirigentes políticos de Estados Unidos todavía ven a Europa como su primer puerto de llegada.
A pesar de todas nuestras diferencias, debemos ser muy claros. Europa y Estados Unidos comparten los mismos valores. Tenemos que permanecer juntos. Esto exige una fuerte alianza transatlántica. Lo cual también significa una Unión Europea fuerte, eficiente y capaz. Una Europa débil es un pobre aliado. Por ello necesitamos una cooperación más estrecha entre las naciones de la Unión Europea e instituciones europeas eficaces. En un mundo en el que China e India tendrán, cada cual, una población tres veces más grande que la de Estados Unidos, cualquier cosa diferente está fuera de lugar.
3. Ser muy claros respecto al terrorismo global
Temo que el mundo y, especialmente, una gran parte de la opinión occidental están peligrosamente confundidos acerca de esta amenaza. Si se falló en algo a raíz del 11 de septiembre fue en verificar que las raíces de este terrorismo son profundas y de gran alcance. Quitarles el poder a los talibanes fue relativamente fácil. Desvirtuar su ideología ha sido mucho más difícil: esta ha crecido por más de una generación. Se funda en una genuina creencia, y los creyentes son gentes determinadas a sobrevivirnos, a ser infatigables cuando nosotros nos cansamos, a tener voluntad fuerte y recia obstinación mental, cuando nosotros tenemos tantas otras cosas que nos preocupan (y cuando las comodidades de nuestras vidas occidentales parecen intocables por las actividades de los que con naturalidad son considerados unos cuantos fanáticos).
La gente cree que en cada área de conflicto los extremistas asumen una forma diferente. Señalan, por ejemplo, el histórico absurdo de que elementos iraníes se unan a los talibanes. Sobre todo, dicen, sus armas, número y recursos son insignificantes, si se comparan con los nuestros.
Se olvida el punto central. El comunismo revolucionario asumió muchas formas. Escogió aliados inverosímiles. Y nosotros, durante decenios, seguimos luchando contra el viejo comunismo.
Este neoterrorismo tiene una ideología. Se basa en una ultraperversión de la fe propia del Islam. Pero asume el papel de agraviado y víctima en el mundo Musulmán. Muchos se muestran en desacuerdo con sus métodos. Pero muchos más comparten algunos de sus sentimientos. Su visión del mundo es completamente reaccionaria. Y su concepción del terrorismo y su poder, en una era de globalización, es impresionantemente sofisticada y estratégica.
Ello significa que puede presentarse en cualquier situación en que la paz es frágil, o el conflicto posible. Con el simple uso del terror, es capaz de quebrantar la paz y de provocar conflicto. Ha descubierto que en una era de medios masivos, que instantáneamente cubren el mundo, el impacto cuenta: y nada lo origina mayor que la matanza de inocentes. Ha comprobado que cuando los estados responden al terror, involuntariamente lo alimentan.
En el Medio Oriente, ahora mismo, el terrorismo detiene el progreso en Irak. Desafía las tentativas de paz entre Israel y Palestina. Hace que la democracia libanesa se tambalee al borde del abismo. Es significativo en sí mismo. Pero es mucho más significativa la forma en que los terroristas han falseado con éxito nuestra percepción de lo que está ocurriendo, y por qué. Han logrado que nos declaremos culpables.
Podemos debatir y debatir sobre los aciertos y las fallas de la remoción de Sadam. Pero la realidad es que si se sacó a Al-Qaeda (en Irak, antes de la caída de Sadam), del conflicto en o alrededor de Bagdad, sin los carros bombas dirigidos contra civiles, y la destrucción de monumentos como el Santuario de Samarra, sería posible calmar la situación. Sucesos en la provincia de Anbar, donde lenta pero seguramente la opinión sunita está derrotando a Al-Qaeda, demuestran que así es. Y en Basora lo que está envenenando a la ciudad es la violencia y la criminalidad de Jaish-al Mahdi y de otros grupos apoyados, financiados y armados por elementos del régimen iraní. Acábese con Al-Qaeda, deténgase la maligna actividad iraní, y la situación cambiará y hasta se transformará.
La verdad es que el conflicto en Irak se ha transmutado en algo directamente estimulado por los mismos elementos que nos acechan dondequiera. Sin embargo, una gran parte de la opinión mundial, quizá la mayor, preferiría que nos retiremos. Este es el extraordinario embotamiento de nuestros sentidos que ha logrado el terrorismo. En la cuestión palestina, ¿quién es el culpable de la falta de progreso? Occidente. En el Líbano -una crisis de nuevo provocada deliberadamente por las mismas fuerzas-, ¿quién es el responsable? Israel.
En Afganistán es claro que los talibanes están recibiendo apoyo nuevamente, incluyendo armas, de elementos del régimen iraní. Han aprendido de todas partes. Creen que si causan enorme caos e infligen bastantes bajas de soldados occidentales, flaqueará nuestra voluntad. Se conformará así otro 'lío'. Y este problema será depositado en la puerta del gobierno afgano y de sus aliados occidentales.
Hace apenas unas semanas hemos visto el estallido de bombas terroristas en Marruecos, Argelia, Pakistán, India, así como arrestos en Arabia Saudita. Ni una sola nación europea de importancia puede considerarse inmune. En África, Sudán, Somalia, y hasta en lugares como Nigeria, en que musulmanes y cristianos armonizan, el terrorismo está activo.
No hay alternativa a combatir esta amenaza donde quiera que alce la cabeza. No hay demandas suyas que sean ni remotamente negociables. Hay que derrotarla. Y punto.
4. Tenemos que ponernos de pie en defensa de nuestros valores
No triunfaremos únicamente con recursos militares o de seguridad. Se trata de un reto político. El terrorismo recluta partidarios apelando a la emoción humana. Esto sólo se puede contrarrestar con una emoción mejor, más profunda y bien articulada.
Pero esto no ocurrirá a menos que nos pongamos de pie por nuestros propios valores, que nos enorgullezcamos de ellos y los defendamos con convicción. No hay nada más ridículo que concebir 'democracia' o 'libertad' como conceptos de alguna forma occidentales que equivocadamente tratamos de implantar en naciones ajenas a ellos. Esto puede ocurrir, ciertamente, con los gobiernos. Pero no con los pueblos. ¿Quién ha votado para librarse de la democracia? ¿O quién ha preferido la policía secreta a la libertad de palabra?
Estos valores son universales. Tenemos que atacar la ideología de los extremistas con confianza: su reaccionaria visión del Estado; su negativa a que el pueblo prospere en paz; sus absurdos y regresivos puntos de vista sobre las mujeres. Debemos condenar no sólo sus bárbaros métodos terroristas, sino atacar en particular su aparente resentimiento contra Occidente. Necesitamos apoyar y ayudar a movilizar al verdadero Islam para que proceda así. No hay nada más absurdo que la idea de que remover a los talibanes en Afganistán, o a Sadam y a sus hijos en Irak, y reemplazar sus regímenes por el derecho a votar, bajo supervisión de las Naciones Unidas, es como un asalto a los musulmanes. Debemos señalar que los que matan a musulmanes apelando al terror son realmente otros musulmanes, y que obrar así es absolutamente contrario a las enseñanzas del Corán.
Pero, y es un poderoso pero, tal enfoque sólo cuenta si se aplica con vigor y en forma ambidiestra. Aquí es donde siempre he sentido que la política normal de derecha e izquierda es un estorbo. El problema está en que la derecha tiene razón en cuanto a la necesidad de permanecer firmes militarmente y en apoyo de la libertad; y la izquierda también tiene razón en su demanda de justicia.
La guerra contra las ideas que justifican al terrorismo no tendrá éxito a menos que sea motivada y estimulada por un compromiso con la justicia. Por eso es tan importante tratar de resolver el conflicto israelo-palestino, no sólo en cuanto a sí mismo sino porque la falta de paz causa sufrimientos que son explotados por los extremistas. Pregúntese Ud. por qué elementos del régimen iraní tratan con tanta insistencia de evitar un arreglo; entonces Ud. comprenderá por qué es tan crucial tratar de conseguirlo.
Enfrentamos un reto derivado de una visión mundial. Necesitamos visión propia del mundo, no menos comprensiva pero basada en los valores en que creemos.
5. También se trata de la agenda de mañana
La importancia de tal agenda radica en que nos permite conformar también el sistema común de valores de un mundo en el cual, muy pronto, los nuevos poderes e intereses tendrán la fuerza suficiente para influir decisivamente en la senda que el mundo adopte. Tal enfoque es un baluarte contra el extremismo, pero también es una fuerza civilizadora para un futuro en que el peso económico y político de Occidente será menor de lo que ha sido hasta ahora. Necesitamos una base lo suficientemente fuerte, fundada en un claro y bipartidista compromiso con nuestros valores, para que el mundo, a medida que cambia, los adopte para que nos guíen, universales como son.
Algo más
Esta es una brevísima sinopsis de lo que he aprendido. No presumo de que estos sean consejos para mi sucesor.
He sido razonablemente afortunado en recibir raras veces 'consejos' públicos de mis antecesores. Consciente de lo difícil del oficio, no tengo más que ofrecer a mi sucesor que mi apoyo.

TONY BLAIR
Tomado de THE ECONOMIST
Traducción de Luis E. Guarín G.

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Posgrados en Gerencia Institucional, Docencia Universitaria, Alta Gerencia. Asesor y consultor en capaciatcion empresarial