miércoles, agosto 02, 2006

GRUPO 93 - LA FABULA DEL ARCA

LA FABULA DEL ARCA


En cierta ocasión hizo Dios llamar al cielo al rey de un país. “No voy a darte mayores detalles”, le dijo, “pero necesito que hagas construir en un plazo de un mes un arca bien grande”.

El rey regresó a su palacio y le contó a un amigo la orden que le había dado Dios. “No te preocupes” contestole su amigo,” al otro lado de las montañas vive un viejo fabricante de arcas. El te solucionará el problema.

El viejo fue llamado entonces al Palacio y el Rey le mandó fabricar el arca mas grande de que fuese capaz. El anciano recibió la orden taciturno, y regresó a su taller donde, por generaciones, se habían construido las mejores arcas del reino.

Pero uno de los sabios del Consejo Real, encontró conveniente aconsejar al Rey al respecto. “Majestad”, le dijo, “si se trata de la voluntad de Dios, me parece imprudente adjudicar al viejito la construcción del arca. Su técnica es artesanal, y está superada ampliamente por el Know –how moderno. Le recomiendo organizar un grupo de trabajo interdisciplinario e intersectorial que coordine el Proyarca como podríamos denominar al proyecto.

A los quince días el viejito ya tenía lista la madera, pero los técnicos dudaron de su calidad. Por tal motivo recomendaron al Rey crear una compañía que investigase los bosques del Reino y se encargase del aprovisionamiento de esta para el proyecto. Se decidió entonces crear la Maderarca, una empresa que tendría ventaja adicional de concurrir al mercado y obtener ganancias. Pero como la empresa no podía quedar al árbitro de un grupo de expertos, se creó una superintendencia a la que se denominó Superarca.

A los 20 días se descubrió un gigantesco robo de materiales en la Superarca que ya para entonces disponía de 12.000 empleados. Para evitar nuevos desfalcos se creó una gerencia de control, de la que se responsabilizó a un funcionario muy honrado, y a la que se denominó con el nombre de Gerarca. El gerente despidió 2.000 empleados con la colaboración de los 5.000 que contrató. Pasados 25 días del encuentro del Rey con Dios, la Maderarca había producido 2.000 millones de pesos en ganancias, superadas ligeramente por las ganancias obtenidas por la Superarca en las fincas de apoyo que mantenía para contribuir al proyecto.

Mientras tanto el viejito, olvidado por los sabios y los expertos, fue a la capital por recursos para continuar con su labor. Pero allí se enteró de que el dinero, que inicialmente le habían asignado, había sido trasladado al Departamento de Relaciones e Imagen Imarca responsable de la imagen publicitaria del proyecto. Se presentó entonces donde el virrey, que por esa época había sido nombrado Presidente de una compañía subsidiaria, la Comarca, encargada de la comercialización de productos.

Al presentar sus argumentos fue acusado de oponerse al sistema Proarca, controlado por computadores y, con suerte, pudo evitar ser detenido por oponerse a la programación.
Cumplido el plazo, el Rey fue llamado nuevamente ante Dios. “¿Y el arca?”. “Señor, tienes que darme 15 días más. Tenemos 25.000 hombres trabajando día y noche en el proyecto. Aún no hemos comenzado el montaje, pero aprovechando la versatilidad de los expertos hemos logrado obtener pingües ganancias”. “Muy bien”, accedió Dios, no sin antes alertarlos a “tener el arca concluida dentro del nuevo plazo”.

De regreso al palacio el Rey convocó a sabios y expertos y determinó que la Comarca apresurase su labor. Para tal efecto fue constituido un comité interinstitucional. Se trabajó sin descanso y, pasados 10 días, se contaba ya con la estructura del arca; a los 12 se perfilaba la proa, a los 13, la popa. A los 14 días el Coordinador, en una ceremonia ampliamente cubierta e ilustrada en “La Gaceta”, inauguró la puesta de la primera tabla.

Al día siguiente se enteró el Rey de que sería necesario solicitar un nuevo aplazamiento de 10 días para la entrega del arca. Y, contra su voluntad, no tuvo mas remedio que acudir al cielo para tal propósito. Sin embargo, Dios no lo recibió. Le envió un santo, quien le comunicó la mala noticia: “no habrá aplazamiento. Dice Dios que ya le dio suficiente tiempo para cumplir el compromiso.”

De regreso a su reino el empezó a sentir una llovizna que poco a poco cambió convirtiéndose en una fuerte lluvia. Pasados tres días seguía lloviendo. El gran salón dorado estaba inundado, así como todo el país. La gente, desconcertada, tenía el agua hasta la cintura.

Estaba reunido el Rey con sus sabios, técnicos y expertos para analizar la situación, cuando uno de ellos divisó, a través de una ventana, una pequeña mancha que asomaba en el horizonte. Era un barco, ¡un arca¡.

“Y esa arca?”, preguntó el Rey. “¿Quién es el dueño?”. Era el anciano Noé quien en su arca solo llevaba animales. Pasó lentamente frente a ellos mientras el Rey, los Ministros, los Sabios y los Técnicos, continuaban reunidos, con el agua al cuello buscándole una solución al problema.


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Acerca de mí

Posgrados en Gerencia Institucional, Docencia Universitaria, Alta Gerencia. Asesor y consultor en capaciatcion empresarial